Toma tiempo a la gente entender el poder de una tecnología innovadora y aceptarla en sus vidas. Cuando estaba en la escuela de arte, tuve un trabajo en el que debía telefonear a la gente y ofrecerles de pasar sus líneas de teléfono analógico a un servicio gratis de teléfonos con tono. Si, parece que fue hace un millón de años, pero no fue hace tanto. Eran los aferrados a los teléfonos con disco, y en unos pocos meses, no les quedaría otra opción que cambiarlos. De todas maneras, mas allá del servicio de teléfonos que ofrecía, la gente me gritaba que los dejara en paz y lo mucho que odiaban la idea de una nueva forma de marcar el teléfono. Obviamente, esos aferrados aprendieron, eventualmente, como usar los teléfonos con botones (tono) o murieron.
Los códigos QR son, de alguna manera, los nuevos teléfonos con botones. Son los cajeros automáticos para aquellos que prefieren hacer fila en el banco para cambiar un cheque, son el control remoto para quien está acostumbrado a levantarse del sillón para cambiar de canal de la televisión. Hay personas que simplemente no ven las posibilidades, o no les interesan lo suficientemente como para hacerlo.
Lo gracioso es que las posibilidades que ofrecen los códigos QR están siendo descubiertas aún, y que, a medida que la tecnología evoluciona, también lo hacen las posibilidades que ofrecen los códigos. Luego de buscar en la Web todos los artículos de “yo odio los códigos QR”, me centré en uno que incluía todas las razones en uno. Esto es lo que el escritor tenía para decir:
“Suelo decir ‘los codigos QR son las pegatinas de raspar y oler, de nuestra epoca’. Lo cual deja a la gente un poco confundida, especialmente, si es algún joven que no vivió la locura de las pegatinas rascar y oler de los principios de los 80”
¿Por qué el odio? Porque los códigos QR requieren una audiencia activa, alguien que QUIERA engancharse y hacer el esfuerzo de escanear las estupidas cosas. ¿Y para qué? ¿Cuál es la recompenza? Auto-propaganda de DATA, un comercial que promociona tus servicios, productos o promociones. Entonces los odio, porque cualquier herramienta de marketing que requiera que el consumidor utilice energía (no importa qué tanta o qué tan poca) para engancharse tiene las de perder. El público tiene que estar MOTIVADO para QUERER saber qué yace detrás del código QR y entonces el esfuerzo deja de tener sentido.
Para ser justos, algunas marcas están tratando de aumentar la retribución final. Una compañía de vinos tiene códigos QR en sus botellas, que ofrecen al consumidor una visita gratis al viñedo, en caso de encontrarse cerca del mismo. Lo cual está bien, pero ¿por qué hacer que la gente pase por eso para obtener el beneficio? ¿Por qué no sólo ofrecer visitas por el viñedo y punto? Y por supuesto otras marcas están ofreciendo a aquellos que se toman el tiempo de escanear y ver la info en el código QR un descuento o cupón.
Otra razón que he escuchado es que los especialistas en marketing han probado los códigos QR y no funcionaron en su campaña. Hay razones, por supuesto. Todas esas razones son: no fueron utilizados correctamente. Algunos códigos fueron colocados muy lejos como para ser escaneados, en vehículos que se movían rápidamente, o los códigos fueron impresos muy pequeños para ser usados; pero más que nada, porque los códigos no fueron probados por todas las aplicaciones disponibles para usuarios de smartphones. Me recuerda a una reunión a la que fui invitado por uno de mis jefes para ver una presentación de productos T-ink. El productor había enviado docenas de muestras de cómo debían usarse los productos. Mientras nosotros los diseñadores inspeccionábamos la mercadería, haciendo “oohh” y “aahh” a las posibilidades, el líder de la reunión discutía con los representantes de T-ink porque ninguno de los productos funcionaba. Uno de los representantes tomó uno de los productos que el líder de la reunión había dejado caer fuertemente sobre la mesa de conferencias y removió un pequeño papel que decía: “remover antes de utilizar”.
Ese pequeño acto de estupidez casi deja a la compañía afuera de una innovación y millones de dólares en ventas. De la misma manera, aquellos que no pueden apreciar las posibilidades de los códigos QR serán dejados atrás, pero ese es el mayor principio del Darwinismo. Que los más débiles de las especies mueran y hagan espacio para la evolución y no se estanquen.
El escritor que odia a los códigos QR ha ignorado el principal uso de los códigos QR, y eso demuestra su estupidez. Para empezar, los usuarios de smartphones son adictos a sus teléfonos y aplicaciones disponibles para estos. Incluso hay una fobia denominada para estas personas. La “Nomofobilos”, que es el miedo a estar lejos de su teléfono, afecta entre el 61% y el 70% de los dueños de teléfonos celulares. Lograr que los usuarios escaneen material de CALIDAD no es el problema. Como el escritor resalta, un plan de marketing ofrece una visita gratis al viñedo. La información de calidad y práctica son las ventajas maravillosas de utilizar códigos QR.
El problema no son los usuarios de los códigos QR, sino que el contenido que los especialistas en marketing les adjuntan. Con una amplia variedad de opciones para linkear al usuario a donde sea, o cualquier contenido que sea verdaderamente creativo, sabiendo a quien dirigirlo, los códigos QR continuaran siendo el puente entre ofertas impresas y digitales, información y cualquier cosa que imaginen.
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